27/2/08

AMOR


Una mirada, inocente y despistada,
da paso a Cupido, el certero arquero,
siempre dando debajo de el pecho, de pleno,
y la despistada ya está muy bien centrada.

Un impulso tremendo, totalmente etéreo
nos lanza de frente contra nuestra nueva amada,
que no sabemos porqué Cupido nos regala,
aunque el cambio no está nunca del lado nuestro.

La vergüenza y el rojo ahora predomina,
tenemos miedo de lo que nosotros queremos,
a lo que nuestro corazón ansía y aspira,

y que nuestra mente no concibe tal deseo
como algo bueno, critica noche y día,
algo tan bello no puede ser del todo bueno.



Alcanzada nuestra utópica felicidad
creamos para el resto del mundo un vacío,
sólo ella digna de tener en él un sitio,
donde hacemos el nuevo paraíso de Adán.

Desconocemos si en él hay árbol prohibido
pero estando juntos el resto nos da igual,
ésta alegría no puede tener final.
tan grande es en verdad el amor que nos ha unido.

Su palabra es para nosotros canto de Euterpe
que nos agrada, maravilla y adoramos
como fuera palabra divina procedente.

Nuestra diosa pagana a la que santificamos
nuestra Atenea, sabia, bella y prudente,
nuestra Afrodita, que nuestra pasión le entregamos.



La palabra de Euterpe en adiós se convierte,
la vida parece que de sentido carece,
seguir viviendo con un dolor que siempre crece,
horrible, ni un ápice de sentido tiene.

desdichados nos llamamos porque el amor cese,
nuestra exquerida todo lo bueno lo pierde:
a la autora de nuestro placer se convierte
ahora el amor al odio más profundo y fuerte.

Todo es oscuridad, todo niebla y ceguera,
confusión, ansia, remordimiento y gran pesar
dolor, horror, y el amor fuente de nuestra pena.

Haberlo tenido es causa para llorar,
y no tenerlo ahora pero sí su huella,
claman por tenerlo en nosotros una vez más.

No hay comentarios: