Caballeros y señoritas corrientes y molientes. Con sus hipotecas, sus empastes, sus Martes y sus treces. Con un par de manos -como todos-, su vida mediocre, su sueldo pobre y sus amaneceres -los idílicos y los de los Jueves-. Hombres y mujeres distintos -igual que todo el mundo-, pero con un segundo mas de vida. O quizá menos. La muerte no se acerca al arte por respeto. Caballeros y señoritas corrientes y molientes. Con sus sueños, sus mentiras, sus defectos -¿quién se libra?- y su don.
Espantapájaros del miedo contra la razón.
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