29/2/08
HACIA EL PRECIPICIO
No, ya no puedo más.
Por los golpes recibidos
en mi cuerpo.
Por las heridas tatuadas
a mi alma.
Por las lágrimas amargas
de mi rostro.
Demasiadas cuestas
en este viaje de tránsito
que llamamos vida.
Tuve un padre que cambiaba abrazos
por puñetazos.
Primero a mamá,
después a mí.
Y los juguetes por desprecios
con palabras regadas de alcohol.
Ella nos dejó.
Muy pronto.
Quería descansar.
Como yo.
Fui creciendo.
Con la autoestima
a ras del suelo.
Tímida, apocada, triste.
Me quedaban algunos restos
de esperanza.
Llegué a los veinte
deseando un cielo azul
tras tantas nubes negras.
Y apareció mi príncipe
apuesto, galante,
con cientos de promesas.
Falsas promesas.
Volvieron las palizas,
los desprecios,
las lágrimas.
Él nunca fue azul.
Ni príncipe.
Si acaso bastardo.
Un vil macho de sexo
estéril
ávido de prole,
que descarga su impotencia sobre mí.
Ahora, el espejo muestra
la mujer que nunca
quise ser.
Un catálogo de desdichas
rozando los cuarenta.
Y ya no puedo más.
No quiero sufrir más.
Subiré mi última cuesta.
Hasta el precipicio.
Donde todo se acaba.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Excelente poesía la tuya cefe o amigo mos!!! Felicitaciones! Como llegamos Moderato, viviane y nostros somos a tus poemas? Sencilo dejaste la dire en el blog de Nicolás, también es amigo nuestro.
Un saludo!
Nadie como tú, mos, para entender almas perdidas. Creo que tu poesía es la vida misma. Este poema ha merecido el premio que te han otorgado. Un beso que también te mereces.
Mos, a mi modo de ver escribe mejor poesía que en prosa.
Besos
Tus poemas, hermano calan hondo.
Tus poemas, hermano calan hondo.
Publicar un comentario