25/3/08

ESCUENDE


Uno, dos, tres, tarot y salta la banca.
El futuro se desvanece y vuelve a aparecer en el pasado.
Lo que oíste será lo que oirás,
pero no verás sin antes haber visto.

Todo terminó, somos todo,
enamorados de lo inmemorial y lo hereditario.
Saco fuerza de mis hombros
e intento levantar la balanza, peso el corazón y marca cero.

Cero, un sin fin de comienzos, y de ahí hacia arriba.
Vuelvo a contar, intento predecir.
Cuatro, cinco, ajedrez, ocho, pieza clave.
El código se esfuma, imposible.

La pericia de los ignorantes para inventar lo inventado,
y creer descubrir una nueva pieza.
Recompongo, vuelvo a empezar.
Retroceso, poco, constante, inconstante,
constante, inconstante, inconstante, inconstante...
es la luna, titila, no se detiene.
Enloquecen, todos enloquecen y la luna no para,
sigue apretando y provocando el corte.

****

Nueve, diez, once, maté a la materia.
Sin sustancia, sin piel, sin cura.
Degollar a la deidad, arrancarle los milagros
y atravesar con una espada sus rizos rubios.

Pierde vanidad, pierde el compás y vuelve a armonizar.
En su, propicia una deidad profana, compleja.
Te vuelvo a contar, doce, no cuento,
catorce, veinte, ciento ochenta y cinco,
diez mil, dos mil millones, y jamás llego.

Lautaro Barceló

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