Yo quisiera bautizarte;
Y en el infinito nombre
de tu ausencia,
encontrar invertido mi sentir.
Inauditas sensaciones,
embellecen con dignidad
tu erguida melancolía,
y me siento inventada
en la cúpula de una ermita,
santiguando de paz
un diluyente silencio.
Yo deseo renacerte;
porque amarte es pueril,
un discorde ropaje de lo supuesto
que termina sucediendo.
El desorden penúltimo
de un suspiro que no nace.
Y sin otro nombre (vida)
pues no lo encuentro,
te acaricio eterna
acaso para siempre.
Siempre sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario